EL MACK ROJO Y EL WEHUASH*
Compareció de pronto, sin notificación previa. El atento y amable Sr. Obregón, el Sr. Rodríguez, los Hnos. Figueroa, que eran los que todos los días quebraban los tedios o la afabilidad de los primorosos, fraganciosos, sombreados aunque, polvorientos caminos del Callejón, se incomodaron
mucho, lo sintieron como un intruso y le pusieron la cruz. Pero valgan verdades, el poderoso Mack del año 1957, era impresionante. Con su rugiente motor diésel, una pintura de lujo y muchos biseles de cromo. Los eficientes pero modestos Ford y Chevrolet de los ruteros, resentían la comparación. Y sin embargo, todo no habría pasado de una anécdota, si el moreno conductor de poblado bigote, no recogía pasajeros en Huaraz, cuando bajada a Caraz. Cada dos días, al mediodía pasaba el Mack barriendo con todo y subía en la noche siguiente, bramando intimidante, pesado, repleto de carga. Nadie sabía qué llevaba en ese enorme cajón, rojo como todo el carro. La cara de pocos amigos del chofer amedrentaba a cualquiera.
Un día que bajó de la cama con el
pie derecho, la Sra. Celina Solís, que dígase de paso era muy atractiva, decidió cambiar de ruta. Hasta entonces les
compraba los choclos, los frijoles, el repollo, las habitas y las arvejas que
vendía en su puesto del Mercado del Jr. Ancash, a Don Atencio Huerta y a
Don Jorge Arana, hacia el sur de Huaraz, en sus feraces chacras de las inmediaciones del hermoso Río de
Paria, aquél de la famosa copla: "Hermoso río de Paria, tú que llevas tantas piedras, ¿Porqué no me llevas a mi, para quitarme la vida?". Y es que, como don Atencio, persistía en su acoso y no quería entender que ella era una mujer recta y por más que su esposo estuviera perdido en el vicio del alcohol, era incapaz de infidelidades, optó entonces por probar en el Callejón, hacia el norte de Huaraz.
El señor Obregón estaba feliz, de reclutar nueva
cliente y tan buenamoza.
-¡Bienvenida Celinita, aquí te
vamos a tratar como una reina! –
-¡Claro, si no me voy con el
Mack!- retrucó Celina, riendo destempladamente y aspaventando festivamente los
brazos.
- Jajaja, para que te carguen a
granel como a las naranjas – replicó, con forzada convicción y algo turbado el Sr.
Obregón.
Ese primer día Celina se puso al día de las
novedades del Callejón.
Como tantas otras noches, cuando su esposo el divertido Juan Melgarejo, se pasaba la noche empinando el codo,
apareció resguardado por las sombras de los arrayanes y las yerbasantas, por el camino de la acequia, por donde siempre lo aguardaba. Alejandro, su hijo mayor, al que más quería y al
que su padre había proscrito, por insumiso, arrogante y porque no se le parecía
nada físicamente. Algún asidero podían tener los resquemores de Juan y es que Alejandro era muy buenmozo, tenía 14 años pero su fortaleza y su mirada lo hacían parecer adulto. Llegaba siempre a escondidas para ver a su madre y ella le preparaba su sopa de
viajeros, que tanto le gustaba: Ají, cebolla china, papas sancochadas y huevos. Instantánea y sabrosa. Ella con cariño inconmensurable lo acariciaba y lo llamaba “Llichu”, pero sus amigos le decían “Huehuash”, por lo ladino y escurridizo.
Como se había hecho un ritual, cada vez que aparecía, su mamá sabía ponerlo al día con los chismes:
Como se había hecho un ritual, cada vez que aparecía, su mamá sabía ponerlo al día con los chismes:
-¡Nooo, ese carro lleva naranjas a granel
hijo! – le aclaró, cuando Alejandro le contó que sus amigos habían visto al Mack,
cargando de Tumshukaiko en Caraz, utensilios de nuestros antepasados. Tal como en La Pampa Corongo, lo hicieron los japoneses, por los 70's, con el pretexto de la arqueología.
La década del 60, fue sumamente auspiciosa para la
familia Graña Elizalde, dueña de la Hacienda Huando en Huaral. Los técnicos
que importó del Brasil, para manipular la genética de su proverbial diversidad
de naranjos, habían logrado por primera
y única vez, un jugoso fruto gigante, de color vistoso, de sabor espectacular,
sin semillas y de cáscara muy delgada, al que pusieron por nombre: “Naranja de
Huando sin pepas”. La demanda internacional no se hizo esperar y la hacienda no
podía darse abasto, por lo que los
Graña, los mismos que después se asociaron con los Montero, para fundar la famosa contratista de construcción civil “Graña
y Montero”, compraron algunos predios en la entrada de Caraz, fundaron la "Hacienda Graña" y la llenaron de
cepas de naranja de Huando. Sin embargo como ocurre con demasiada frecuencia, el éxito tiene su tiempo y su lugar y en Caraz no se pudo reeditar el sublime producto, por lo que los Graña prefirieron etiquetar las
frutas con una marca nueva. Fue así como, luego del consabido proceso de abrillantamiento y control de calidad, salieron al mercado nacional las “Naranjas Derby”.
Como este proceso forzósamente tenía que hacerse en Huando, donde tenían las instalaciones, Fue donde entró a tallar el enigmático Mack rojo, que se encargaba del traslado
desde las chacras de Caraz, por las paradisíacas rutas del Callejón, Conococha
y Pativilca.
Una
noche despejada pero sin luna, cuando sólo las Siete cabrillas y la Cruz del Sur iluminan el paisaje, cuando Al Mack se le reconocía por el sonido, subía bramando desafiante por la Av. Bolívar,
hubo alguien que alertó de la gran cantidad de naranjas que el Mack dejaba en
la carretera. A partir de esa, todas las noches que ascendía, hombres, mujeres
y niños alistaban costalillos y bolsas, para cosechar sin ir a la chacra.
Fueron noches fantásticas, musicales y eupépticas. La gente dormía muy quitada
de la pena, con la perspectiva de un gran banquete de naranjas.
Lo bueno dura poco, dice el sabio pueblo. La ganga fue
apoteósica mientras duró, pero ya no vino el Mack, sino un vetusto y terrorífico furgón “Sonder Wagen” de esos que el nazismo
usó como cámaras de gas rodantes y que los Graña, compraron en una
subasta de una corporación filantrópica judía en Praga. Pero eso no fue lo más triste. Antes del cambio, un destacamento de mercenarios de la Familia, le tendió una celada y atrapó in - fraganti al moderno Robin
Hood de las naranjas y con la ayuda de viejos amigos en la judicatura, lo refundió en
la Correccional Maranguita. Y todos sabemos, porque es un hecho público, que esa Universidad es muy eficiente, allí no hay pierde; todos reciben subvención y salen diplomados.
Con un alto porcentaje de aproximación, podemos inferir que el Huehuash accedió a las ligas mayores del hampa común, porque en la política, nada se ha sabido de él.
*Huehuash: denominación quechua de la comadreja
Con un alto porcentaje de aproximación, podemos inferir que el Huehuash accedió a las ligas mayores del hampa común, porque en la política, nada se ha sabido de él.
*Huehuash: denominación quechua de la comadreja
BIOY DICKENS -2015
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