LA TRAGEDIA DE CONDOR CERRO

domingo, 5 de marzo de 2017

BRUCE Y LA SAGRADA FAMILIA











En la coyuntura del álgido debate del Proyecto de ley, presentado por el Congresista  de las filas de “Concertación Parlamentaria” Carlos Ricardo Bruce Montes de Oca, sobre la “UNION CIVIL” entre homosexuales, se pone sobre el tapete el “tema de fondo” que para Bruce se sintetiza en el “derecho que tienen las minorías a la protección del Estado” formula por eso, su propuesta legislativa, como “unión civil no matrimonial”; como para no escamar susceptibilidades. A su turno, el Cardenal Cipriani, concluye que el tema de fondo es la vieja estrategia, que en otros países terminó con la admisión legal del matrimonio homosexual.
En verdad en medio de todo el maremágnum generado por esta moción, ¿cual es el tema de fondo?
Es oportuno recordar, que a mediados del siglo pasado y con su mayor auge entre 1960 y 1980, se dio un manifiesto y extendido cambio en los países llamados occidentales, en cuanto a la concepción, la moral, la conducta, las directrices, etc. de las relaciones sexuales, al que se le llamó la REVOLUCION SEXUAL, que trajo numerosas secuelas, entre ellas: la ‘liberalización’ de las relaciones sexuales, la proliferación de las relaciones prematrimoniales, la ‘normalización’ del homosexualismo’, etc. Pero sobre todo, lo más importante, el  errático y adventicio surgimiento de nuevas formas de “familia” como la ‘monoparental’ o núcleo de uno solo de los padres y los hijos o la ‘homoparental’ que se constituye de dos mamás o de dos papás y los hijos.
Por otra parte, la cursilería otorgó mucho “estatus” aparecer en fachas muy ‘liberales’. Como las mujeres en Europa y Estados Unidos.
Es decir, que el ‘tema de fondo’ es mucho más abisal y no se ubica en la costra dérmica como pretenden Bruce y el Cardenal, sino que domicilia en la esencia, en el meollo del asunto; que es lo que ya se preveía: la DECLINACION DE LA FAMILIA, como consecuencia de nuevas y letales condiciones en la basa económica de la sociedad moderna. Todo aquello que se exhibe, abarcando la mayor cantidad posible de medios, como “modernidad”, no constituye sino sintomatología de lo contrario, es decir  de la decadencia, del agotamiento del núcleo monogámico, como pilar de la sociedad occidental; de su irreversible extinción.
Es evidente que la debilidad de la familia monogámica, es hoy aprovechada por los que resultan gananciosos del caos y el desconcierto y no plantean una solución de continuidad sustancial, cierta y real, sino accesorios y anecdóticos beneficios para sus mezquinos intereses particulares. Por otra parte, sería infructuoso exigirles una valoración y una acción sustanciales, a los que imperan y medran de la ignorancia, la molicie, la mediocridad y el sensualismo, intrínsecos, necesarios, típicos    del mundo “occidental” de nuestros días.

Proféticamente, en 1877, el inmenso Lewis Henry Morgan, creador de la moderna Antropología, abordando la historia de la familia, en su célebre “Sociedad Primitiva”, predice:
“…. que la familia monógama se ha perfeccionado enormemente desde el comienzo de la civilización y sensiblemente en los tiempos modernos, debemos por lo menos, suponerla capaz de mayores perfeccionamientos hasta que se logre la igualdad de los sexos. Si en virtud del constante progreso de la civilización, la familia monógama, en el futuro lejano, no llegara a responder a las exigencias de la sociedad, no será posible ahora predecir la naturaleza de su sucesora”
Por otra parte la coetánea y consagrada Jeannette Lofas en su famoso libro STEP PARENTING, estima que: “El 41 por ciento de los hijos de padres separados, son temerosos, agresivos, tienen baja autoestima y presentan dificultades en su comportamiento o desempeño escolar” .
            En el mismo, se presentan tres constataciones interesantes: “El promedio de duración de un matrimonio es en la actualidad de 7 años y uno de cada dos, termina en divorcio”, “El 75% de las personas que se divorcian se vuelven a casar. Sin embargo, aproximadamente el 66% de las parejas de segunda unión, que tienen hijos del primer matrimonio se separan”, “30 millones de niños menores de trece años, viven con uno solo de sus padres biológicos y su nueva pareja”. Son datos estadísticos de Los Estados Unidos, el país más desarrollado de la tierra.

La  indefectible intervención de la mujer en el proceso económico y especialmente en la cadena productiva, con participación cada vez mayor y más amplia, le abre capítulos y horizontes más vastos y equitativos. Los viejos argumentos sexistas, caen atrofiados por su obsolescencia. La mujer reclama el espacio que le corresponde también en la superestructura cultural y el anquilosado predominio del varón se remece en sus cimientos; la familia también se resiente.
El escenario contemporáneo, sobre todo en los países desarrollados, aparece desolador para la familia. Las estadísticas nos entregan un panorama sombrío. La masiva disfuncionalidad que se expresa en hijos de un primer, un segundo y hasta un tercer ‘compromiso’, testimonian la decrepitud de la familia monogámica, tal y como fue concebida por obra y gracia de la evolución. La ‘célula de la sociedad’ declina y muere extraoficialmente, pero con gran hipocresía se sigue pregonando su vigencia y se inventan caricaturas como sustitutas.

“ La única respuesta lógica es – señala Morgan en la misma obra – de que la familia debe progresar con el progreso de la sociedad, y cambiar en la medida en que ésta lo haga, tal como ocurriera en el pasado. Ella es engendro del sistema social, y debe reflejar la cultura del mismo”

Por una parte, el desarrollo de la ‘sociedad’ exige la máxima contribución de sus miembros para el funcionamiento de la inmensa maquinaria de producción y consumo, y eso incluye a las mujeres y los niños. Y por otra como nunca antes, el grandioso avance de la tecnología, que incuba superproducción y superproductividad, ha originado un abismo, más descomunal aún, entre las manos y mentes que trabajan y las que se apropian de lo obtenido. Nunca como ahora hay tanto “patrimonio” que resguardar. En esta hora, también a las mujeres y a los niños les queda muy poco tiempo para las labores que les fueron asignadas como naturales. La mujer que depende de un hombre, es una especie en proceso de extinción y a las nuevas generaciones de hijos, no les queda más que bogar a la deriva.
            Es decir hemos recalado en una fase en la que los individuos, antes relegados, aunque de ordinario inconscientemente, pugnan por hacer prevalecer su condición humana, su dignidad. Y el ‘orden establecido’, como es histórico en estas cruciales etapas, obtiene beneficio de ello; pero con susto. Olfatea peligro en el empuje, en la presión de las muchedumbres y por eso se  muestra proclive hasta la paranoia, a la erosión y la abolición de cualquier contacto entre individuos. Extrae la miel, pero teme a las abejas.
La familia, bajo cualquier forma y en las exacerbadas circunstancias de inequidad de la distribución de la riqueza lograda por muchos y acumulada por cada vez más pocos, condiciones por lo pronto aparentemente inmutables; deviene foco de rebeldía, transformándose de “célula de la sociedad”, en ‘célula’ de conspiración.

Aún y a pesar de un gran acopio de conocimientos, nuestras mentes propenden a  considerar las cosas inalterables, inamovibles, sedentarias. Es el patrón de pensamiento y de conducta que el Estadio social-económico impone, para nuestro consumo y su perduración.
            Por ejemplo la percepción de la familia monogámica, como un núcleo conformado por padre, madre e hijos, se nos presenta como un hecho consumado desde la aparición de los tiempos. Y no es más que otra quimérica aprehensión. La familia así constituida, es una adquisición relativamente reciente, germina en el estadio inferior de la Barbarie y se perfecciona en el superior: con la familia SINDIASMICA que, instauró la fidelidad a la mujer, pero era muy frágil, podía ser deshecha muy fácilmente, quedando los hijos bajo el control y la tutela de la madre. Era una colectividad MATRIARCAL. Pero las sociedades fueron evolucionando. Con la división de funciones, en la que la mujer fue siendo relegada a las actividades dentro del hogar y el varón se encargaba de la obtención de los medios de subsistencia, surge la unión PATRIARCAL, con predominio absoluto del varón, que  impone fidelidad a la mujer y para los efectos de herencia de bienes, privilegia la paternidad. El advenimiento de la Civilización la ‘moderniza’ deviniendo familia MONOGAMICA, que mantiene el predominio del varón y declama la fidelidad recíproca, se hace teologalmente y en cierto modo y ciertos casos, jurídicamente indisoluble. Es relativamente reciente la historia que la instituye como ‘célula de la sociedad’, piedra angular de la estructura económico-social.

            La Gran Revolución industrial capitalista, notificó el inicio de la curva descendente de la Revolución burguesa. El hombre dejó de ser el objetivo del quehacer productivo,  para convertirse en mero instrumento y dio la clarinada del fin de la familia monogámica. Las lúcidas mentes del socialismo del siglo próximo pasado, pugnaron por hallarle un reemplazo serio, racional, congruente, fidedignamente democrático. Acorde con las inexorables nuevas estipulaciones económico-sociales-culturales.
Un  estupendo testimonio de César Vallejo, que perpetúa en su libro “Rusia en 1931”, nos da cuenta de la “La Gota de leche” que se constituía en una intentona válida, un buen modelo. La familia monogámica, que ya no compagina con el avance de la maquinaria cultural, social-económica, daba paso a la familia comunitaria, en la que las parejas podían elegir libremente la convivencia, pero la que entre otras cosas promovía y exigía:
1.- La contribución de ambos en el desarrollo de los hijos,
2.- La obligatoria e igualitaria participación de ambos, en el proceso productivo y,
3.- La participación individual, equitativa y libre en la superación académica y cultural, así como en las actividades de entretenimiento.
Los hijos, lo más importante en esta concepción y diseño, eran los privilegiados con la Gota de leche, en la que su crianza, desarrollo y educación, en el nuevo orden, sería responsabilidad de profesionales especialistas. Todo dentro de una armónica infraestructura, que eliminaba todos los absurdos del vetusto orden: como la anarquía de la ubicación de las viviendas de los trabajadores o los lugares de adquisición de la cultura, a dos o tres horas de distancia del centro laboral. Se proyectaba un hombre nuevo, dentro de un orden nuevo.
 El viejo orden al que sustituiría el nuevo, atacó ferozmente a La Gota de Leche, distorsionando perversamente la percepción de su perfil y su médula, tildándola de proselitista, insensible, impracticable, en contra de la familia y las leyes de Dios.
Fuimos testigos de que desventuradamente, no fue más que una romántica quimera, que duró lo que el chasquido de gusto de la lengua. Después del deceso de Lenin, muy poco tardó el gastado orden, dando muestras de  renovados bríos, en reinstaurar con la URSS, las viejas estructuras con formas nuevas.
 Débil y muy vulnerable como todo neonato: una obra monumental e inédita, precisaba del genio para su continuidad. En su defecto, los sucesores pretendieron taponar el vacío, con intrepidez, desesperación y crueldad. Desencadenaron, sin quererlo y sin saberlo; su revocación Entregaron el cadáver del hombre nuevo, a los provectos escualos del viejo orden, atado de pies y manos, con el rótulo de “socialista” instalado en el pecho.
Hoy la Familia monogámica en el mundo ‘civilizado’, navega en aguas infectas e ignotas, sufre su peor performance, atacada por muchos flancos, especialmente por los modernos “Lobbies”, que la acometen a tarascadas y elevan la rentabilidad del desconcierto y el embuste, promoviendo todo lo que la socave o destruya (a manera de ejemplo, reflexionemos nomás en la harto marketeada “superación” del pensamiento del formidable Sigmund Freud, en lo tocante a la familia, el matrimonio monogámico, la sexualidad y la homosexualidad)   
La obcecada, improductiva y generalmente contraproducente, defensa de la Iglesia, es básicamente gesto consecuente, porque la familia monogámica es uno de los fundamentos en los que se asienta su génesis (sería miopía o  injusticia regatearle el rol histórico que le cupo a la Sagrada Familia) Somos privilegiados y fortuitos refrendatarios sin embargo, de los fatales efectos  contrarios al discurso y sus intenciones. Sabe Dios también, sin quererlo y sin saberlo, la Iglesia, con sus posturas y su currículum vitae, contribuye eficazmente con su exterminio.
 Los supuestos “avances culturales”, los “progresos” en este tema, en cuanto se refiere a la conducta y moral humanas, particularmente en lo tocante a la promoción y el “marketing” tanto de la promiscuidad y libertinaje sexuales, cuanto de las perturbaciones del curso natural, biológico del desarrollo y funcionamiento anatómicos, de la “superación” o “quebrantamiento” de “tabúes”y su reemplazo por anarquía y pocilgas; no son sino, por el contrario de lo que se pretende, notificaciones de la fecha de expiración de la familia monogámica y con ella, de su andamiaje cultural y moral.
Agónica la familia monogámica , se debate en sus últimos estertores, en un anfibológico  ámbito de errátiles desatinos y medias verdades, en el contexto de un moderno marco bipolar: por una parte, del yugo y el dictamen de pérfidos y despiadados zafios, sibaritas, logreros y bribones, agrupados en más o menos grandes o pequeñas tiendas y en comprimidas, sórdidas y omnipotentes entidades ‘globalizadas’; y  por otra, de la ensoñación o la apatía de indoctas, candorosas y despistadas multitudes.
Se torna imperativo un alto en esta barahúnda, para reflexionar sobre el destino de la familia, lucubrar sobre los hechos que deterministamente, tarde o temprano la archivarán en los anaqueles de la historia y proyectar, soñar y luchar por una pertinente legataria.
En cuanto a los derechos de colectividades que se asignan afinidades, como la del Congresista Bruce, viene bien la sentencia “El respeto al derecho ajeno es la paz”, que estatuyera Benito Juarez, el legendario estadista mejicano Todos comprobamos cotidianamente, a través de los medios oficiales y oficiosos, que desde hace mucho, eso es letra muerta. Cada quien, fuerza la verdad, la razón y la legalidad, según sus ventajas.
Un alto, para profundizar el pensamiento y desterrar de una vez por todas,  el flácido, epicúreo y esnobista mal hábito que se nos ha formateado en el cerebro: de mirar las cosas a través de un cristal coloreado adrede. Corolario del incesante bombardeo mediático a discreción. La punta de la madeja, no es el hombre abstracto, sino el concreto, que camina y sufre, que trabaja y vive, que vive y siente hambre, pero también que sazona y medra y que dispone de los derechos de los demás, sobre plantillas hechas a medida. El hombre, que respira, ama y odia, en un mundo que es embalsamado, maquillado y aromatizado, para enmascarar su anarquía y decadencia, en el que, con signos cada vez más obvios y cínicos, conviven los derechos y el abuso.
Es lo menos que podemos hacer, para acreditar nuestra condición de sujetos racionales y presuntamente “dueños de nuestro destino”.
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Referencias bibliográficas:
STEP PARENTING (“Padrastros”) Jeannette Lofas con Dawn B.Sova, 1985, Zebra Books, Nueva York.
LA SOCIEDAD PRIMITIVA, Lewis Henry Morgan, 1958, Ediciones Pavlov, Méjico, Distrito
 Federal.
                RUSIA EN 1931, ‘Reflexiones al pie del Kremlin” César Vallejo Mendoza,  1959, Editora Perú Nuevo
                                                                                           
 Atlanta Noviembre del 2013                                                           CHANELO


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