En la coyuntura del álgido debate del Proyecto de ley, presentado por el Congresista de las filas de “Concertación Parlamentaria” Carlos Ricardo Bruce Montes de Oca, sobre la “UNION CIVIL” entre homosexuales, se pone sobre el tapete el “tema de fondo” que para Bruce se sintetiza en el “derecho que tienen las minorías a la protección del Estado” formula por eso, su propuesta legislativa, como “unión civil no matrimonial”; como para no escamar susceptibilidades. A su turno, el Cardenal Cipriani, concluye que el tema de fondo es la vieja estrategia, que en otros países terminó con la admisión legal del matrimonio homosexual.
En
verdad en medio de todo el maremágnum generado por esta moción, ¿cual es el
tema de fondo?
Es oportuno
recordar, que a mediados del siglo pasado y con su mayor auge entre 1960 y
1980, se dio un manifiesto y extendido cambio en los países llamados
occidentales, en cuanto a la concepción, la moral, la conducta, las
directrices, etc. de las relaciones sexuales, al que se le llamó la REVOLUCION SEXUAL, que trajo numerosas secuelas, entre ellas: la ‘liberalización’ de las
relaciones sexuales, la proliferación de las relaciones prematrimoniales, la
‘normalización’ del homosexualismo’, etc. Pero sobre todo, lo más importante,
el errático y adventicio surgimiento de
nuevas formas de “familia” como la ‘monoparental’ o núcleo de
uno solo de los padres y los hijos o la ‘homoparental’ que se
constituye de dos mamás o de dos papás y los hijos.
Por otra parte, la
cursilería otorgó mucho “estatus” aparecer en fachas muy ‘liberales’. Como las
mujeres en Europa y Estados Unidos.
Es decir, que el
‘tema de fondo’ es mucho más abisal y no se ubica en la costra dérmica como
pretenden Bruce y el Cardenal, sino que domicilia en la esencia, en el meollo
del asunto; que es lo que ya se preveía: la DECLINACION DE LA FAMILIA, como consecuencia de nuevas y letales condiciones en la basa económica
de la sociedad moderna. Todo aquello que se exhibe,
abarcando la mayor cantidad posible de medios, como “modernidad”, no constituye
sino sintomatología de lo contrario, es decir
de la decadencia, del agotamiento del núcleo monogámico, como pilar de la sociedad occidental; de su
irreversible extinción.
Es evidente que la debilidad
de la familia
monogámica, es hoy aprovechada por los que resultan
gananciosos del caos y el desconcierto y no plantean una solución de
continuidad sustancial, cierta y real, sino accesorios y anecdóticos beneficios
para sus mezquinos intereses particulares. Por otra parte, sería infructuoso
exigirles una valoración y una acción sustanciales, a los que imperan y medran de
la ignorancia, la molicie, la mediocridad y el sensualismo, intrínsecos,
necesarios, típicos del mundo “occidental” de nuestros días.
Proféticamente, en
1877, el inmenso Lewis Henry Morgan, creador de la moderna Antropología,
abordando la historia de la familia, en su célebre “Sociedad Primitiva”, predice:
“….
que la familia monógama se ha perfeccionado enormemente desde el comienzo de la
civilización y sensiblemente en los tiempos modernos, debemos por lo menos,
suponerla capaz de mayores perfeccionamientos hasta que se logre la igualdad de
los sexos. Si en virtud del constante progreso de la civilización, la familia
monógama, en el futuro lejano, no llegara a responder a las exigencias de la
sociedad, no será posible ahora predecir la naturaleza de su sucesora”
Por otra parte la
coetánea y consagrada Jeannette Lofas en su famoso libro STEP PARENTING, estima
que: “El
41 por ciento de los hijos de padres separados, son temerosos, agresivos,
tienen baja autoestima y presentan dificultades en su comportamiento o
desempeño escolar” .
En
el mismo, se presentan tres constataciones interesantes: “El promedio de duración
de un matrimonio es en la actualidad de 7 años y uno de cada dos, termina en
divorcio”, “El 75% de las personas que se divorcian se vuelven a casar. Sin
embargo, aproximadamente el 66% de las parejas de segunda unión, que tienen
hijos del primer matrimonio se separan”, “30 millones de niños menores de trece
años, viven con uno solo de sus padres biológicos y su nueva pareja”. Son datos estadísticos de Los Estados Unidos, el país más
desarrollado de la tierra.
La indefectible intervención de la mujer en el
proceso económico y especialmente en la cadena productiva, con participación
cada vez mayor y más amplia, le abre capítulos y horizontes más vastos y equitativos.
Los viejos argumentos sexistas, caen atrofiados por su obsolescencia. La mujer
reclama el espacio que le corresponde también en la superestructura cultural y
el anquilosado predominio del varón se remece en sus cimientos; la familia
también se resiente.
El escenario contemporáneo, sobre todo en los
países desarrollados, aparece desolador para la familia. Las estadísticas nos
entregan un panorama sombrío. La masiva disfuncionalidad que se expresa en
hijos de un primer, un segundo y hasta un tercer ‘compromiso’, testimonian la decrepitud
de la familia monogámica, tal y como fue concebida por obra y gracia de la
evolución. La ‘célula de la sociedad’ declina y muere extraoficialmente, pero
con gran hipocresía se sigue pregonando su vigencia y se inventan caricaturas
como sustitutas.
“ La única respuesta lógica es – señala Morgan en la misma obra – de que la familia debe
progresar con el progreso de la sociedad, y cambiar en la medida en que ésta lo
haga, tal como ocurriera en el pasado. Ella es engendro del sistema social, y
debe reflejar la cultura del mismo”
Por una parte, el
desarrollo de la ‘sociedad’ exige la máxima contribución de sus miembros para
el funcionamiento de la inmensa maquinaria de producción y consumo, y eso
incluye a las mujeres y los niños. Y por otra como nunca antes, el grandioso
avance de la tecnología, que incuba superproducción y superproductividad, ha
originado un abismo, más descomunal aún, entre las manos y mentes que trabajan
y las que se apropian de lo obtenido. Nunca como ahora hay tanto “patrimonio” que
resguardar. En esta hora, también a las mujeres y a los niños les queda muy
poco tiempo para las labores que les fueron asignadas como naturales. La mujer
que depende de un hombre, es una especie en proceso de extinción y a las nuevas
generaciones de hijos, no les queda más que bogar a la deriva.
Es
decir hemos recalado en una fase en la que los individuos, antes relegados,
aunque de ordinario inconscientemente, pugnan por hacer prevalecer su condición
humana, su dignidad. Y el ‘orden establecido’, como es histórico en estas
cruciales etapas, obtiene beneficio de ello; pero con susto. Olfatea peligro en
el empuje, en la presión de las muchedumbres y por eso se muestra proclive hasta la paranoia, a la erosión
y la abolición de cualquier contacto entre individuos. Extrae la miel, pero
teme a las abejas.
La familia, bajo cualquier
forma y en las exacerbadas circunstancias de inequidad de la distribución de la
riqueza lograda por muchos y acumulada por cada vez más pocos, condiciones por
lo pronto aparentemente inmutables; deviene foco de rebeldía, transformándose
de “célula de la sociedad”, en ‘célula’ de conspiración.
Aún
y a pesar de un gran acopio de conocimientos, nuestras mentes propenden a considerar las cosas inalterables,
inamovibles, sedentarias. Es el patrón de pensamiento y de conducta que el Estadio
social-económico impone, para nuestro consumo y su perduración.
Por
ejemplo la percepción de la familia monogámica, como un núcleo conformado por
padre, madre e hijos, se nos presenta como un hecho consumado desde la
aparición de los tiempos. Y no es más que otra quimérica aprehensión. La
familia así constituida, es una adquisición relativamente reciente, germina en
el estadio inferior de la Barbarie y se perfecciona en el superior: con la
familia
SINDIASMICA que, instauró la fidelidad a la mujer, pero
era muy frágil, podía ser deshecha muy fácilmente, quedando los hijos bajo el
control y la tutela de la madre. Era una colectividad MATRIARCAL. Pero las sociedades fueron evolucionando. Con la división de
funciones, en la que la mujer fue siendo relegada a las actividades dentro del hogar
y el varón se encargaba de la obtención de los medios de subsistencia, surge la
unión PATRIARCAL, con predominio absoluto del varón, que impone fidelidad a la mujer y para los
efectos de herencia de bienes, privilegia la paternidad. El advenimiento de la
Civilización la ‘moderniza’ deviniendo familia MONOGAMICA, que mantiene el predominio del varón y declama la fidelidad
recíproca, se hace teologalmente y en cierto modo y ciertos casos,
jurídicamente indisoluble. Es relativamente reciente la historia que la
instituye como ‘célula de la sociedad’, piedra angular de la estructura
económico-social.
La
Gran Revolución industrial capitalista, notificó el inicio de la curva
descendente de la Revolución burguesa. El hombre dejó de ser el objetivo del
quehacer productivo, para convertirse en
mero instrumento y dio la clarinada del fin de la familia monogámica. Las
lúcidas mentes del socialismo del siglo próximo pasado, pugnaron por hallarle
un reemplazo serio, racional, congruente, fidedignamente democrático. Acorde
con las inexorables nuevas estipulaciones económico-sociales-culturales.
Un estupendo testimonio de César Vallejo, que perpetúa en su libro “Rusia en 1931”, nos da cuenta de la “La
Gota de leche” que se constituía en una intentona válida,
un buen modelo. La familia monogámica, que ya no compagina con el avance de la
maquinaria cultural, social-económica, daba paso a la familia comunitaria, en la
que las parejas podían elegir libremente la convivencia, pero la que entre
otras cosas promovía y exigía:
1.- La contribución de ambos en el desarrollo
de los hijos,
2.- La obligatoria e igualitaria participación
de ambos, en el proceso productivo y,
3.- La participación individual, equitativa y
libre en la superación académica y cultural, así como en las actividades de
entretenimiento.
Los hijos, lo más
importante en esta concepción y diseño, eran los privilegiados con la Gota de
leche, en la que su crianza, desarrollo y educación, en el nuevo orden, sería
responsabilidad de profesionales especialistas. Todo dentro de una armónica
infraestructura, que eliminaba todos los absurdos del vetusto orden: como la
anarquía de la ubicación de las viviendas de los trabajadores o los lugares de adquisición
de la cultura, a dos o tres horas de distancia del centro laboral. Se
proyectaba un hombre nuevo, dentro de un orden nuevo.
El viejo orden al que sustituiría el nuevo,
atacó ferozmente a La Gota de Leche, distorsionando perversamente la percepción
de su perfil y su médula, tildándola de proselitista, insensible, impracticable,
en contra de la familia y las leyes de Dios.
Fuimos testigos de
que desventuradamente, no fue más que una romántica quimera, que duró lo que el
chasquido de gusto de la lengua. Después del deceso de Lenin, muy poco tardó el
gastado orden, dando muestras de renovados
bríos, en reinstaurar con la URSS, las viejas estructuras con formas nuevas.
Débil y muy
vulnerable como todo neonato: una obra monumental e inédita, precisaba del
genio para su continuidad. En su defecto, los sucesores pretendieron taponar el
vacío, con intrepidez, desesperación y crueldad. Desencadenaron, sin quererlo y
sin saberlo; su revocación Entregaron el cadáver del hombre nuevo, a los
provectos escualos del viejo orden, atado de pies y manos, con el rótulo de
“socialista” instalado en el pecho.
Hoy la Familia
monogámica en el mundo ‘civilizado’, navega en aguas infectas e ignotas, sufre
su peor performance, atacada por muchos flancos, especialmente por los modernos
“Lobbies”, que la acometen a tarascadas y elevan la rentabilidad del
desconcierto y el embuste, promoviendo todo lo que la socave o destruya (a manera
de ejemplo, reflexionemos nomás en la harto marketeada “superación” del
pensamiento del formidable Sigmund Freud, en lo tocante a la familia, el
matrimonio monogámico, la sexualidad y la homosexualidad)
La obcecada, improductiva
y generalmente contraproducente, defensa de la Iglesia, es básicamente gesto
consecuente, porque la familia monogámica es uno de los fundamentos en los que
se asienta su génesis (sería miopía o
injusticia regatearle el rol histórico que le cupo a la Sagrada Familia) Somos privilegiados y fortuitos refrendatarios sin embargo, de los
fatales efectos contrarios al discurso y
sus intenciones. Sabe Dios también, sin quererlo y sin saberlo, la Iglesia, con
sus posturas y su currículum vitae, contribuye eficazmente con su exterminio.
Los supuestos “avances culturales”, los “progresos”
en este tema, en cuanto se refiere a la conducta y moral humanas, particularmente
en lo tocante a la promoción y el “marketing” tanto de la promiscuidad y
libertinaje sexuales, cuanto de las perturbaciones del curso natural, biológico
del desarrollo y funcionamiento anatómicos, de la “superación” o
“quebrantamiento” de “tabúes”y su reemplazo por anarquía y pocilgas; no son
sino, por el contrario de lo que se pretende, notificaciones de la fecha de
expiración de la familia monogámica y con ella, de su andamiaje cultural y
moral.
Agónica la familia
monogámica , se debate en sus últimos estertores, en un anfibológico ámbito de errátiles desatinos y medias verdades,
en el contexto de un moderno marco bipolar: por una parte, del yugo y el
dictamen de pérfidos y despiadados zafios, sibaritas, logreros y bribones,
agrupados en más o menos grandes o pequeñas tiendas y en comprimidas, sórdidas
y omnipotentes entidades ‘globalizadas’; y por otra, de la ensoñación o la apatía de indoctas,
candorosas y despistadas multitudes.
Se torna imperativo
un alto en esta barahúnda, para reflexionar sobre el destino de la familia,
lucubrar sobre los hechos que deterministamente, tarde o temprano la archivarán
en los anaqueles de la historia y proyectar, soñar y luchar por una pertinente
legataria.
En
cuanto a los derechos de colectividades que se asignan afinidades, como la del
Congresista Bruce, viene bien la sentencia “El respeto al derecho ajeno es la
paz”, que estatuyera Benito Juarez, el legendario estadista mejicano Todos comprobamos
cotidianamente, a través de los medios oficiales y oficiosos, que desde hace
mucho, eso es letra muerta. Cada quien, fuerza la verdad, la razón y la
legalidad, según sus ventajas.
Un alto, para
profundizar el pensamiento y desterrar de una vez por todas, el flácido, epicúreo y esnobista mal hábito que
se nos ha formateado en el cerebro: de mirar las cosas a través de un cristal coloreado
adrede. Corolario del incesante bombardeo mediático a discreción. La punta de
la madeja, no es el hombre abstracto, sino el concreto, que camina y sufre, que
trabaja y vive, que vive y siente hambre, pero también que sazona y medra y que
dispone de los derechos de los demás, sobre plantillas hechas a medida. El
hombre, que respira, ama y odia, en un mundo que es embalsamado, maquillado y
aromatizado, para enmascarar su anarquía y decadencia, en el que, con signos
cada vez más obvios y cínicos, conviven los derechos y el abuso.
Es lo menos que
podemos hacer, para acreditar nuestra condición de sujetos racionales y
presuntamente “dueños de nuestro destino”.
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Referencias bibliográficas:
STEP PARENTING (“Padrastros”) Jeannette Lofas con Dawn B.Sova, 1985,
Zebra Books, Nueva York.
LA SOCIEDAD PRIMITIVA, Lewis Henry Morgan, 1958, Ediciones Pavlov,
Méjico, Distrito
Federal.
RUSIA EN 1931, ‘Reflexiones al
pie del Kremlin” César Vallejo Mendoza, 1959,
Editora Perú Nuevo
Atlanta
Noviembre del 2013
CHANELO

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