LA TRAGEDIA DE CONDOR CERRO

sábado, 8 de diciembre de 2018

EL MARCO AURELIO DENEGRI QUE YO CONOCI






EL MARCO AURELIO DENEGRI QUE YO CONOCI
Cuando moría la década del 50, la carretera de Huaraz a Monterrey, no fue asfaltada, fue embadurnada de asfalto, por la Junta de Obras Públicas (la recordada JOP) Era una salida al paso o la válvula de escape, de eternos contratiempos de regencia, del Dr. Manuel Prado Ugarteche, Primer Mandatario en ejercicio. 
El Proyecto fue heredado del gobierno anterior, el del General Manuel A. Odría y abarcaba el asfaltado de toda la carretera hasta Caraz, para lo cual se había ensanchado la vía y enderezado muchas curvas, que fueron recurso obligado, debido sin duda, a los exiguos presupuestos fiscales de siempre, que impedían salvar decorosamente, los accidentes orográficos, sobre todo los de los cauces de los ríos que drenan los glaciares. Fruto de uno de esos retoques es el desvío en la gran curva de Uchpa Coto.
La “pista” y el “camino viejo” fueron bifurcados y casi paralelos, corren por cerca de un kilómetro y se vuelven a juntar a la altura del río Baños, una cuadra después de la empinada entrada a Monterrey. Hoy totalmente urbanizada la zona, el Camino viejo se llama Jirón Juan Brioso, “la pista” ha sido bautizada como Avenida Cordillera Blanca y se han abierto numerosas calles transversales.
De niños, gustábamos de ir a pie y en grupo a “bañarnos”, lo que en verdad era a nadar en la piscina de arriba, pues la de abajo todavía estaba en construcción. Juntábamos dinero para una o dos entradas y el resto “tiraba río” (creo que resulta ocioso aclarar que se filtraba por el exuberante cauce del río Baños).
El Camino viejo nos seducía, había gente cultivando la tierra, jalando adobes o fabricando tejas, animales que libres, ramoneaban el jugoso kikuyo, perros que ladraban a su gusto. En fin de todo, hasta amorosas madres, que en los bordes de las acequias, de cristalinas y rumorosas aguas lavaban ropa o peinaban a sus hijas, haciéndoles las trenzas, para ir a la misa o a Huaraz. Siempre encontrábamos jubilosas alabanzas a la alegría de vivir del trabajo honrado, cánticos de reafirmación del pacto de complicidad con la madre tierra. Vida plena de sol y de fecundidad, por el Camino viejo. Y para nosotros ocurría siempre en domingo.
A veces sin embargo, decidíamos ir por la “Pista nueva”, básicamente por novelerear los primorosos “chalets” de campo, de algunas familias, que suponíamos radicadas en Lima u otras ciudades, porque a pesar de estar bien mantenidos, nunca veíamos un alma dentro. Los terrenos eran grandes, de modo que las casitas distaban una de otra. La que empezaba la fila era una, discretamente elegante, con techo a dos aguas, paredes pintadas de color crema, con puertas y ventanas marrones, rodeada de rosas, enrejada y traslúcida por delante y amurallada por detrás. En la fachada, muy cerca de la cumbrera registraba un decorativo letrero que la identificaba: “Villa Margarita”. Su diseño mas bien propio del cuento de Blanca Nieves y los siete enanos, notificaba que no era una casa para el diario, es decir para el deterioro del día a día de labores y treguas. Era muy pequeña para eso y además su ornamentación era delicada. Se la percibía incapaz de resistir el asedio de una cuadrilla de párvulos o la prestación diaria como comedor, dormitorio, alacena, guardarropa, almacén o factoría de negocio doméstico ninguno.
A propósito de párvulos, nunca vimos uno, sólo una que otra temporada, a una elegante señora acompañada de un cenceño joven, de potentes gafas, que absortos o embelesados, leían arrellanados en sendas “perezosas” en el acogedor vestíbulo, levantaban la mirada cuando nos veían pasar y con ademán de sorprendidos, pero risueños, nos saludaban con un cordial gesto de la mano, empeñándose en dejar notar que ese era un acontecimiento infrecuente.
Eran los años del primer gobierno del arquitecto Belaúnde. Hoy, en el 2018, esos mágicos escenarios perviven solo en el recuerdo. Como en toda la ciudad de Huaraz, hay allí un tráfago y un bullicio, que han espantado a las ninfas y encantadores, que pergeñan paraísos. En ese predio, “El Cortijo” es un restaurante turístico que prospera, apocando a la que fue la primorosa casita, ahora pintada de gris como su destino.
Y tuvo que morir una eminencia en Lima, envejecido y famoso, para saber que el joven aquél, era nada más ni nada menos que Marco Aurelio Denegri Santagadea y la dama, su señora madre, Leonor Santagadea Arana, huaracina y descendiente de dos tradicionales y notables familias huaracinas. Ella era profesora del Colegio Nacional Guadalupe de Lima y se matrimonió con su colega, el sub-director del plantel Julio Ernesto Denegri Cornejo, limeño docente e intelectual.
Marco Aurelio, fue hijo único y tardío de la pareja. De su niñez se conoce poco. Estudió en el Colegio de regencia religiosa, que fue fundado en 1917 con el nombre de Escuela Anglo Peruana, que en 1919 cambió a Colegio Anglo-Peruano y tras una etapa trashumante, por fin se instaló, con su nombre definitivo: "Colegio San Andrés", en el año 1930, en la Av. Petit Thouars, en Santa Beatriz, el barrio de la familia Denegri Santagadea.
Marco Aurelio prosiguió luego, con sus estudios de Derecho en la Decana de América. Son los únicos estudios académicos que, a los efectos de rigor cumplió. Siempre se mostró renuente a declarar los procedimientos, de motu proprio, a través de los cuales adquirió tan vastos conocimientos sobre lingüística, antropología, historia, sociología, sexología, humanística, etc. música y artes en general. Cortaba toda especulación tajantemente con su: “soy un polígrafo autodidacto”
Con la circunspección que irradiaba, la impresión que suscitaba desde joven, era la de una persona muy retraída, lo cual él mismo corroboró, en diversas ocasiones, afirmando que era absolutamente fiel a sus únicas amantes, las bibliotecas. De las cuales y de su contumaz poligamia, lo extrajo por tres años en 1972, una fulgurante rubia argentina, con la cual paseaba de brazo y junto a su gran amigo, el cineasta Armando Robles Godoy, contertuliaba en los cafés de moda, la acariciaba con pericia, provocándole evidente gozo y entusiasmo en todo su ser. Fue la única infidelidad que se le conoce y fue coetánea de su famosa revista científica y artística de cultura sexual “Fascinum”. Duraron poco en el tiempo y el escenario del Gobierno “revolucionario” del General Velasco, que le censuró la publicación. Por su parte, el idilio romántico, siguió su curso natural, congruente con la peculiar definición de cosecha y franquicia Denegriana: “el amor es un fenómeno perecible y finito, un “trámite breve”.
Su celebridad, que ha trascendido las fronteras, la ha ganado a pulso, tanto con sus libros, de los cuales ha escrito muchos, sobre temas diversos: “Ermosgarbord”, “Cajonística y Vallejística”, “Poliantea”, “Arte y Ciencia de la gallística”, “La niña Masturbación y su madrastra Tabú”, etc, y tanto más con sus programas televisivos, que contaron con significativa sintonía, pero no masiva claro está. Son antológicos y dignos de toda apología, su intervención como panelista en: “Vivamos”, el programa del Canal Once, moderado por Ricardo Belmont, a finales de los 80 del siglo pasado, donde compartía roles con su amigo Armando Robles Godoy, su primer programa propio, de 1997 al 2000: “A solas con Marco Aurelio Denegri” a través de Cable Mágico Cultural, fatalmente dado de baja, por escasa sintonía Y el último, el más visitado hoy, sobre todo en sus reproducciones a través de las redes sociales: “La Función de la Palabra”, que fue propalado a través del canal estatal.
No nació en Huaraz, pero por línea materna, fue inyectada en sus venas, la sangre que las nieves majestuosas, ya no tan perpetuas, sazonan de magnificencia y liturgia, y el torrentoso Santa, la grana con su impetuosidad y sus ondulaciones, que pueden bañar acariciando o destruir implacablemente, cuando se colman sus ramblas y se desborda irreverente y devastador.
Las gentes como los ríos, son imprevisibles, un embrollo. Para ambos reza el veredicto: “las apariencias son solo eso, apariencias”
¡Descansa en paz Marco Aurelio, te lo tienes bien merecido!    

CHANELO

1 comentario:

  1. conociendo un poco mas Marco Aurelio Denigri, ojala su casa sea convertida en un museo.

    ResponderEliminar