Crónicas de los orígenes del Instituto nacional Agropecuario Nº 94 de Huaraz
El director y el Profesor Haya del Carmen Ruiz Dolorier, posando delante de las aulas construidads por nosotros los alumnos, tras la catástrofe del año de 1970
Muy joven
emigró para continuar sus estudios superiores, la vida lo llevaría después al
rinconcito más austral de la Patria. En la bella Tacna, desposó un cúmulo de
experiencias y a una buena y agraciada mujer. Varios años después de ausentarse
de su tierra, estuvo de vuelta para trabajar y vivir muy cerca a la entrañable Aija, su tierra y tierra de sus mayores.
Corría el
año 1964 cuando se trasladó con toda la familia; sus méritos le habían procurado
el nombramiento como Jefe de Prácticas
en el flamante Instituto Agropecuario de Huaraz y no ocultaba su entusiasmo y
su orgullo. Su nombre: Alfonso María
de Ligorio Quijano Palacios.
En el
epílogo de la fiesta de inauguración, algo más que shinkas*, el Director y la
plana de profesores, próxima a debutar, cantaban con auténtica alegría. Alfonso
María, que de muchacho radicó un buen tiempo por los Conchucos, les recetó un
pícaro huaynito, que en la Fuga tenía un peculiar estribillo en el que, una
frase que el quechua compendia genialmente en una sola palabra, era el que sobresalía.
Desfilando en 1966. El Director Jorge Vidal Acuña, flanqueado por Rubén Cano Figueroa y a su izquierda Percy Espejo. Detrás a la derecha asoman los bigotes de Alfonso Quijano Palacios y a la izquierda Jorge Silva Pozo.
- ♪♫ Nimarca, nimarca, nimarca, nimarcacháaaa ♫ – Y al Director, se le destilaron las lágrimas.
- ¿Qué paasa
Inge?- le preguntó algo preocupado y muy cariñoso Alfonso, entornando los ojos
y extendiendo los brazos, como los curas ante el dominum vobiscum.
- Es que
me transportas a mi tierra cholo – le
confió el Director.
- ¿Y de
donde es Ud.?
- De la
sucursal del cielo, de Llamellín.
El señor
Bellido, Ingeniero agrónomo egresado de la San Agustín, arequipeño pero bueno,
prefería la docencia a su cargo en el Banco de Fomento Agropecuario y jugaba
fútbol, cumplía con el requisito indispensable para conformar la plana de
profesores y entonces también fue aceptado como fundador del Colegio.
Dos años
después, al crecer enormemente el alumnado, cuya primera promoción la
conformaban solo diecisiete heroicos alumnos, que en su mayoría estaban allí
porque les había ganado la edad y en los Colegios conocidos ya no los admitían (nadie quería alistarse en esas filas, huían
como del diablo, apenas se enteraban que las prácticas eran intensivas y se
hacían en la chacra, en vivo y en directo, con picos, lampas y azadones) Ese
crecimiento se debió a que los padres que tenían propiedades agrícolas,
sintieron necesario que sus hijos aprendieran, con técnicas actualizadas, el
oficio que después heredarían. Fue allí
que hizo su aparición el célebre Profesor de Ciencias Físicas y Matemáticas. Junto
a un nutrido grupo que procedía de la Universidad de Trujillo, él venía de la
de San Marcos en Lima y era huancavelicano de Lircay, se llamaba Haya del Carmen Ruiz
Dolorier.
El batallón de "lechugueros", desfilando con sonoras botas chacareras, el 27 de Julio de 1967, con David López Benítez, como Brigadier
Era la excepción, conocía a fondo su campo pero no jugaba fútbol. Traía en su valija, un entusiasmo desbordante y muy elegantes ternos. A poco de su llegada formó el Primer Club Escolar de Astronomía de la República y consiguió el apoyo de importantes personajes de las Ciencias en el país, el ínclito Profesor César Carranza Saravia entre ellos.
Alfonso,
era muy bromista, un día se prestó dinero del Cocinero Don Juan Orellano, ya
veterano en estos menesteres, pues fue importado del Instituto Agropecuario de
Caraz, ya que el Colegio tenía Internado, con comida y residencia, para los alumnos destacados o que acreditaran
muy bajos recursos económicos.
En vista
de que se hicieron muy amigos, de vez en cuando Juancito le reclamaba tímidamente
la devolución.
- Alfonso,
¿Cuándo me das algo de la deuda pues?
- Tu no
te preocupes Juancito, tu dinero está seguro – le repetía siempre
- Es que
ya me voy a morir y nada me das, yo te reclamo por que lo necesito.
Alfonso
María, ponía su cara bien seria, algo muy complicado para él y lo persuadía:
- De un
momento a otro, te lo doy todo junto o sino te hago un funeral formidable.
A las constantes reuniones de profesores,
llegaba del campo, siempre tarde e irrumpía sin que el momento le importara:
-¡Haber
de que se trata para oponerme!
Toda la
plana era masculina y jugaba fútbol, a excepción de Haya del Carmen. La primera
profesora ingresaría todavía siete años después. Era un equipo de temer en los habituales
y entretenidos torneos nocturnos interdocentes de los colegios secundarios. El campo
iluminado de la GUE Luzuriaga era la única
y obligada sede.
Bellido
siempre destacó por su profesionalismo, era querido por los alumnos, porque
además era muy galante con las hermanas de los que las tenían, en especial con
una de las de Manuel Villón, el aplicado
alumno natural de Carhuaz. Por eso Bellido se ganó el apelativo de ‘cuñado’
(todo vale cuando de las calificaciones se trata).
Un buen
día los profes, acordaban en la sesión pedirle la construcción de una loza
deportiva al Dr. Carlos Alberto Izaguirre Alzamora, Senador de la República, gestor
y mecenas del Colegio, Era plausible, así fue como tantos otros beneficios que
a solicitud o de su propia cuenta se habían materializado.
Bellido
pidió solemnemente la palabra, se atusó los bigotes y propuso:
- Yo soy
de la idea que vaya una comisión de damas.
- ¡Pero si
aquí no hay damas! – intervino algo rudo, Jorge Pozo Silva, profesor de campo.
Y sin
inmutarse, serenamente, el arequipeño soltó su moción:
“Propongo
que esa comisión la conformen las compañeras Carmen y María”.
Alfonso
se desternilló de risa y provocó la de los demás, arrastrando también a Haya
del Carmen, que al principio respingó la nariz y tardó un poco, pero se unió también
a los entrañables chacoteros.
*Shinkas: Voz quechua que se traduce como, achispados,
algo embriagados.
Chanelo
Chanelo
No hay comentarios:
Publicar un comentario