CIENCIA Y EDUCACION
Por paradójico que parezca, la historia del progreso de la Ciencia
(entendida como saber científico) nos transmite y revela una curiosa
eventualidad. Si bien es cierto que el patrón de su mayor desarrollo, se ha
registrado en tiempos en los que sus intereses no colisionaban con los del
poder establecido y entonces su devenir fue apacible y a velocidad de crucero,
como discurren las aguas de los ríos, en los cursos de inadvertido declive.
También no pocas veces, muchos de sus saltos hacia el desarrollo, sus
propulsiones más relevantes, se han dado en períodos de confrontación, con fuerzas
coyunturalmente mayores, en etapas de abierta declaración de hostilidades,
contra el poder, la autoridad y sus intereses procreados y sacralizados, contra
instituciones y doctrinas establecidas, filiaciones y tradiciones, firmemente
arraigadas. En tiempos en los que, la inferioridad estratégica y la obturación
de opciones, la ha empujado a la invención de pautas nuevas, a la caza de la
calidad y el despliegue de la imaginación, apremiándola a la concurrencia de la mayor cantidad factible de
fuerzas, al concurso de la cooperación, el
sacrificio y la búsqueda de alternativas. Este es un escenario de
maniobras, obviamente complejo y duro, en consecuencia históricamente, ha parido los apóstoles que ha requerido (Copérnico,
Galileo Galilei, Nicola Tesla, entre un enjambre, muchas veces anónimo).
Justo es también
resaltar, que en no pocas veces, ha sido más bien auspiciada por el poder, por
cuanto concordaban en un tramo de su proceso respectivo (la fabricación de la
bomba atómica, la carrera espacial, son buenos ejemplos).
La contrastación empírica
subraya y rubrica asimismo, el hecho, no por curioso menos decisivo, la suerte
de la Ciencia, es la suerte de la Educación, penden de los vaivenes del poder.
LA ILUSTRACION
Nuestros pensadores del “Siglo
de las luces” (siglo XVIII) alumbraron ideas auténticamente revolucionarias. Para
ellos, la educación, el conocimiento, derrotarían a la ignorancia, la superstición y
los despotismos. Después de un doloroso parto, eran los albores del capitalismo,
que tras la toma de la Bastilla y el poder, ostentando en una pica la cabeza
decapitada de Jacques de Flesselles, alcalde de París, cual ecuménico símbolo
de desembalse de la ira popular, sepultaba y continuaba –superándolos- a los devenidos
provectos e improductivos moldes medievales, feudales.
Debutaba el elenco, los
personajes eran nuevos y se estrenaba el
tablado. Los objetivos de la Educación, en un escenario que no terminaba de
acomodarse, eran la confrontación con los nuevos desafíos, la abolición democrática
de la ignorancia y la desigualdad, porteando y espoleando, el derrumbe absoluto
de las caducas estructuras; el cuestionamiento de todo. Estimulando la creación
y la investigación, la consolidación de una nueva identidad, sobre la base de
los conocimientos del pasado, pero en un plano inédito, fresco, superior. La cinegética
del desarrollo propio, individual, con el mismo ímpetu que la búsqueda del de
los demás.
Se transpiraba libertad,
igualdad, fraternidad por todas las glándulas y el horizonte pintaba sugestivo.
La luz de la razón redimiría a la humanidad de su propio aherrojamiento.
LA EDUCACION NUESTRA DE CADA
DIA, DANOSLA HOY
¿Qué pasó, a donde fue a
dar ese radiante derrotero de la Educación,
que por cotejo con el actual, deja sentir aún más su ausencia?
Hoy la educación
prácticamente no existe, lo que hay es adoctrinamiento, adiestramiento, en los
roles que han de cumplir los individuos según el segmento social de su origen.
Y esto que empezó siendo sutil, disimulado, es cada vez más explícito. A los
educandos, se les emplaza en una suerte de brete, en el que la libertad de
movimiento, consiste en solo acatar normas, rubricar parámetros y estructuras
establecidas sin cuestionamientos. A los pudientes, se les alecciona en
disponer, en dar órdenes y a los de extracción popular, se les receta la
ilusión de la “superación” mediante el estudio, que al tiempo de no objetar
nada y surtir de hormas establecidas, los habitúa a una erudición dérmica, que
merodea en futilidades, instalando conocimientos de fachada, taxonómicos,
despojados de la peligrosa profundidad y la aún más peligrosa creatividad, que
les permitirían entender y manejar su entorno y su destino. Por los mismos
móviles, la educación en los sectores desposeídos, se prescribe a cuentagotas.
“Pero hay estructuras poderosas en la sociedad que prefieren ver a la gente
adoctrinada y formateada sin que hagan muchas preguntas, siendo obedientes,
realizar la función que se les ha asignado y no tratar de sacudir los sistemas
de poder y autoridad.” (Noam Chomsky, pensador estadounidense contemporáneo:
“El objetivo de la educación”)
Ocurre que, vieja y
entrañable manía, lo viejo es lo viejo y lo nuevo es lo nuevo, para siempre,
como la parábola del zapato: Tenemos unos que nos vienen muy bien, confortables
y decentes, sin embargo, por cuanto el veredicto ajeno, que es el que tanto nos
importa, puede cuestionar el hecho de que tengamos un solo par, compramos otro
nuevo. Al cabo de un año de uso, seguimos preguntándonos si nos pondremos los
viejos o los nuevos. Aun, cuando a los “nuevos” ya les andan rechinando las
coyunturas y los afligen las patas de gallo.
Otro tanto ocurre con los
fenómenos sociales, ocurre con todo lo que nos rodea. Evolucionan en un
proceso, generalmente de debut, auge y decadencia y obviamente, salvo los
rótulos, no son los mismos invariablemente, bástenos cotejar los principios del
liberalismo económico del “laissez faire, laissez passer” (dejar hacer, dejar
pasar), formulados entre otros, por el padre de la economía moderna, Adam
Smith, con los del “neo-liberalismo” actual, en el que la libertad de empresa y
de oportunidades, de los fundadores, ha sido reducida a la categoría de inerme retórica
o de perversa chacota. El pleito es complejo y requiere de todo el aforo y todo
el ahínco del pensamiento y desde luego, mucho mayor espacio y celo. No
obstante, a priori se puede diagnosticar, con desdeñable riesgo porcentual de
yerro, que las suposiciones, las supersticiones o las etiquetas, además de
atajos para explicarlo, son básicamente, coartadas para la molicie o la
malicia.
¿Y LA TECNOLOGIA?
Por su parte, la
tecnología que hoy luce pantalones largos, da la impresión, que no le ajustan
bien del todo.
La tecnología, comparece
en el proscenio, como el personaje imparcial, ni bueno ni villano, simplemente
anfibológico, es una herramienta, un trebejo, al que se le puede dar el uso que
se quiera: “Es como un martillo: al martillo no le importa si lo usas para
construir una casa o si un torturador lo usa para aplastarle el cráneo a
alguien. El martillo puede hacer ambas cosas. Es lo mismo con la tecnología
moderna. Por ejemplo: internet es extremadamente valiosa si se sabe lo que se
está buscando; yo la uso todo el tiempo en mi investigación. Si se sabe lo que
se está buscando, si se tiene una especie de marco de referencia, que nos
dirige a temas particulares y nos permite dejar al margen muchos otros,
entonces puede ser una herramienta muy valiosa” (Ibídem)
Enfoquemos entonces
nuestra observación, en la pedagogía, en la señal que nos proporciona, el gran
salto registrado por las áreas de la información y las comunicaciones. En el
Internet y las redes sociales, se percibe muy nítidamente, que vienen al mundo, con el pan bajo el brazo,
endurecido, fraguado como para convertirse en el “martillo destructor”. Sin
embargo, luego de la fascinación por lo nuevo, la seducción por lo portentoso, (precisamente
por bueno es que no se libra de la sospecha de titiriteo “nadie da algo por
nada”) de la creación de una prolongación perfeccionada de la cotidianeidad, en
la que el amor y la amistad, los valores morales y los buenos deseos, junto al
delicioso comadreo, son recetados a distancia, en exuberantes cantidades y sin
cargos añadidos, es decir que accidental o premeditadamente, ha desencadenado
una adicción por la “socialización electrónica” y la invención de “dobles”
ideales de uno mismo; lo frívolo sin el compromiso ni la inhibición que puede
suscitar el trato personal, en vivo y en directo. Alentadoramente, podemos
observar, no obstante, que luego de esta primera etapa, percibimos que se
registra, por la presión cada vez mayor de las colectividades que adquieren
conciencia, su uso con fines altruistas o provechosos, pugnando por cambiarle
sus propósitos y su naturaleza.
COROLARIO
No existe la educación
gratuita, no puede o no debe haberla, porque la pública, la que teóricamente
germina, en sus albores de revuelta y redención social, sin adeudos anexados y tiene
la misión de servir a todos sin excepción – aunque de eso se desentienda
nuestra mustia y ambigua carta magna - ya está pagada, mediante los impuestos. Sin
embargo, por desidia, incapacidad, conveniencia o dolo, malversando los fondos
para ella recaudados, destinándolos a fines totalmente ajenos, se la devalúa y transfigura
en la que nos obligan a consumir: famélica, falaz e injusta. Y quien en nuestras
nefastas circunstancias, se ocupa de administrar esta pérfida y desalmada tropelía,
es la corrompida casta “política”, la misma que el célebre psicoanalista
francés Jacques Lacan, como si viviera en Lima y los observara en sus actos en
los “poderes del Estado”, practicando una profesional vivisección de nuestra
sociedad, paciente de una enfermedad terminal, la subdivide en dos tipos: Los
canallas y los idiotas (sí, comprendo porqué, se les presentan obvias las
imágenes de algunos)
La trama contemporánea,
nos ofrece más que un escenario, un haz de retos, como en el pasado a los
burgueses citadinos; una encrucijada que trenza los obstáculos dondequiera que
curiosee el observador:
El trastorno climático,
que genera el calentamiento global, que el consenso científico atribuye
principalmente a la emisión de gases de efecto invernadero, por obra de la mano
humana. La deforestación, ya sea por la expansión de la frontera agropecuaria o
con fines de franco y directo lucro, con negocios madereros, simple y
llanamente, la incineración de hidrocarburos en la atmósfera, con análogos
fines, de enriquecimiento, son los ejemplos a mano, cuyas secuelas visibles
son: el aumento de la temperatura atmosférica, que acarrea como desastrosas consecuencias,
la multiplicación de los períodos de sequía, el incremento de la frecuencia de
incendios forestales, la aceleración de la desertificación y la desglaciación
(que a nosotros nadie nos lo cuenta porque la tenemos enfrente nuestro en la
Cordillera Blanca), la alteración del ciclo de lluvias y vientos, que se hacen
menos frecuentes pero más intensos, con la consecuente proliferación de aludes,
deslaves, huracanes y ciclones.
Objetivamente, la Ciencia monitorea,
la subsecuente y lógica relación de sucesos derivados como, la aceleración en
la extinción de especies animales y vegetales, debido a la alteración de los
ecosistemas, que también se traduce en más hambre en el mundo, por la mayor escasez
y el mayor encarecimiento de los alimentos y puede generar tecnología orientada a
mitigar, neutralizar o anular estos y todos sus devastadores efectos, pero como
en el emblemático caso de la tecnología de los motores propulsados por agua, se
le cierra las puertas, con increíbles trabas, patrañas legaloides y pérfidas
ficciones, a través de la invasiva y omnímoda urdimbre de medios de
comunicación masiva del sistema y hasta medidas extremas.
Se ha llegado al tope de
la desproporcionada utilización de los recursos, sobre todo de los no
renovables. En otros términos, al abuso y la desnaturalización de sus fines.
Estos, de solución de continuidad para la vida en el planeta, han sido
convertidos en los factores de su destrucción, de su colapso.
Por las cotas naturales
de la red, preliminarmente expuestas, sólo podemos enumerar algunos síntomas
del momento, de la fase que nos toca en suerte, y de los compromisos
generacionales, de las tareas que nos corresponden, sobre todo en el de la
Educación, que es, universalmente percibida como la solución de la encrucijada,
del atolladero, de la intríngulis de nuestro tiempo, que podemos y debemos
asumir, convocando y acopiando a todas las fuerzas que honesta y
desprendidamente, bregan por mejores estándares de vida, por mejor Educación
para todos, sin distinciones de credo, raza, afiliaciones religiosas,
propensiones políticas, o adhesiones futbolísticas.
De ocurrir lo contrario, solo
nos quedan la grita destemplada, el denuesto personal, los improperios o el
etiquetado, los rótulos que nos brindarán la engañosa sensación del aporte, la
falaz o maquiavélica tarima para montar la comedia del “deber cumplido”.
En ejercicio pleno de la
libertad y derechos, que es nuestra principal bandera, esta es una elección muy
personal.
chanelo
chanelo
No hay comentarios:
Publicar un comentario